"La obra es una reflexión sobre vivir y sobrevivir frente a la naturaleza. El querer siempre dominarla y controlarla. La suma de nuestros esfuerzos y empeños en preservarnos se simboliza en la torre del monasterio, en su verticalidad. Por eso, los listones se disponen en vertical, y tienen esa relación ambivalente con el peso. Por una parte los yergue, los caracteriza frente a la horizontalidad del agua. Por otra, el peso también los vence, los hunde, los ahoga."
Expandir la pintura,
dejar que se exprese con otro orden.
Explorar las combinaciones posibles.
Permitir que intervengan otros factores,
otros actores.
Buscar una relación con el lugar
con una voluntad de repensar
como re-construir
las huellas,
las partes
los sentidos…
Esta es una obra experimental.
Experimental porque se compone de dos fases siguiendo un proceso abierto. Esta es su primera fase:
41 piezas de madera contrachapada de 15 mm de grosor, 75 mm de ancho y longitudes distintas entre los 200 y los 450 mm, componen una obra descompuesta. Son piezas sobrantes de un almacén de madera que se reciclan. Se han pintado con motivos que representan realidades de Alzira y La Murta pretendiendo componer un paisaje psicológico. La suma de estas imágenes plantea el dilema de nuestra relación con la naturaleza en este lugar. Las técnicas de pintura utilizada serán mixtas, explorando su capacidad de disolución en el agua, observando cómo se altera lo que se ha pintado. A las piezas de madera se les añadirá un peso en un extremo para que se mantengan verticales y se sumergirán en el estanque oeste. Se moverán con la corriente del agua y también las podrán mover las personas, se llenarán de luz de sol y de agua. Recogerán la energía del lugar.
Es una instalación que juega a recomponerse como la corriente, el viento y las personas quieran. Cuya percepción dependerá constantemente de la luz cambiante, de la reflexión y de la refracción del agua y del movimiento del agua y de los listones.
Pasado un tiempo los listones se retirarán.
En una segunda fase los listones se recogerán y se dejarán secar. Se estudiará el efecto de lo que queda, de las huellas y se recompondrán para formar otra pieza que se expondrá el año que viene en Alzira.
La obra es una reflexión sobre vivir y sobrevivir frente a la naturaleza. El querer siempre dominarla y controlarla. La suma de nuestros esfuerzos y empeños en preservarnos se simboliza en la torre del monasterio, en su verticalidad. Por eso, los listones se disponen en vertical, y tienen esa relación ambivalente con el peso. Por una parte los yergue, los caracteriza frente a la horizontalidad del agua. Por otra, el peso también los vence, los hunde, los ahoga.
La obra quiere estudiar las posibilidades de nuevos sistemas que permitan absorber las características ambientales como un valor expresivo, a la vez que la relación entre éstos y la acción humana al mover las piezas.
También pretende establecer una relación con el lugar, planteando qué hacer con la ruina, como re-construir desde ella, aunque esté protegida y se haya decidido no reconstruir el edificio.
La obra propone que sea la acción humana aceptando un orden horizontal y las leyes de la naturaleza, dominantes y transformadoras, la que pueda definir un paisaje de significado.
Ficha técnica:
Recomponer el paisaje.
Instalación interactiva compuesta por 41 piezas de madera pintada sumergidas en el estanque oeste.
Autor: Enric Viadel
Año: 2017
Localización: estanque oeste junto a las ruinas del Monasterio de la Murta, Alzira.
Medidas máximas: 12,6x10,75 m.
Madera contrachapada, cuerda y pesos compuestos por piedras y arpillera envolviéndolas.
Técnica de pintura mixta.